No se debe aceptar como hipótesis la segregación de una región

Los independistas catalanes lo han hecho bien y hay que reconocérselo. Han conseguido que nuestros incompetentes políticos consideren como hipótesis que se independicen tras una declaración unilateral y de ahí que repitan mensajes acerca de lo mal que le irá a Cataluña en ese hipotético escenario.


ETA no lo consiguió con más de ochocientos muertos a sus espaldas, ni mucho menos el grupo Terra Lliure catalán o el Exército Guerrilheiro do Povo Galego Ceive que eran grupos terroristas con estructuras y medios precarios. Tampoco lo consiguió el IRA norirlandés, ni el Frente Polisario respecto a la independencia del Sahara Occidental.

El independentismo catalán lo ha conseguido no por el famoso, ridículo y mezquino “España nos roba” (norma común de todos los movimientos independentistas del planeta) sino porque se apropió del sistema educativo para adoctrinar, tal y como se ha hecho desde cualquier movimiento totalitario que ha podido a lo largo de la historia y porque han aglutinado adeptos a su causa entre multitud de entre los llegados de otras regiones. Esto último es espectacular por su sinsentido y conduce a la criatura abducida a sufrir el síndrome de Estocolmo o similar.

Y es que se debe negar la mayor y no aceptar discutir sobre un escenario ilegal como el de la declaración de independencia unilateral de una región perteneciente a un estado democrático, tal y como, por cierto, ha asegurado la Corte Suprema canadiense sobre Quebec, jurisprudencia que se ha aceptado en la UE como válida, por ejemplo, al tratar la independencia de Montenegro de la antigua Yugoslavia.

Aunque haya que aceptar que si una inmensa mayoría de los catalanes realmente quisieran independizarse, habría que gestionarlo de mutuo acuerdo entre ellos y el resto de España, otro escenario (como el actual) lejos de la inmensa mayoría, sólo debiera conducir, en caso de la declaración unilateral, a la suspensión del gobierno en funciones de la Generalitat y a la defensa de los derechos de los ciudadanos catalanes que aceptan su nacionalidad española de buen grado.

Por otra parte, a ningún trabajador público se le permite ser “desleal con el Estado” estando expresamente sancionada dicha conducta, por ello con mayor motivo se debería inhabilitar a Presidentes autonómicos y consejeros que con su actitud y comportamiento demuestran cada día una manifiesta deslealtad hacia el Estado.

La anterior medida, a la vista de los acontecimientos, debería ir acompañada de una redefinición de las competencias transferidas y de la retirada, al menos, de las educativas.

Si por el contrario el escenario es otro y son los propios catalanes los que les paran los pies a los independistas, habría que avanzar en el mejor entendimiento entre el resto de España y dicha comunidad, la defensa nacional del catalán y su reconocimiento, de modo que no queden dudas respecto a que se valora su cultura y su particular idiosincrasia.

Cataluña es una región vital para España precisamente por su valor, por su potencial y por la capacidad de sus gentes, sin mencionar su estratégica posición geográfica hacia Europa y el Mediterráneo (no fue gratuito elegir a Barcelona como el puerto oficial en la ruta de las Filipinas) y por ello entre todos hemos de sumar por un futuro común mejor y no empecinarnos en agigantar minúsculas diferencias y mucho menos en seguir a visionarios indigentes intelectuales que conducen a los pueblos al desastre.

Saludos.
La energía más limpia es la que no se consume.

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