Parques perjudiciales para el medioambiente

Esta afirmación puede sorprendernos, pues solemos dar por hecho que un parque, un jardín o cualquier otro espacio dotado de vegetación es  intrínsecamente beneficioso para el medioambiente, pero sin embargo, esto no siempre es así:

Un parque será beneficioso para su entorno si ha sido diseñado y es gestionado y conservado con criterios de sostenibilidad medioambiental … en caso contrario, no.

El concepto

Entender las razones es sencillo. Hoy se acepta universalmente que los espacios verdes en las ciudades reportan beneficios objetivos, pues limpian el aire y lo oxigenan, absorben CO2, albergan fauna, favorecen la sociabilidad de las personas, ayudan a que éstas disminuyan su estrés, realicen ejercicio, etc. Sin embargo, a cambio, podrían aportar cantidades importantes de pesticidas, consumir agua y energía en abundancia o generar residuos diversos, entre otros, simplemente en el ámbito de su conservación.

Por ello, hemos de tender a que desde el diseño mismo del espacio, mediante la elección de especies autóctonas, por ejemplo, generemos entornos en los que el mantenimiento no sea exigente, cuya demanda de agua y energía sea contenida, además de que las cantidades de residuos generados (poda, herbicidas, etc.) sea la mínima posible en el caso de los nocivos y autogestionable en el caso de la poda (transformación en abono, biomasa, etc.), sin olvidar que la generación de CO2 debida al mantenimiento se reduzca al máximo, pues de lo contrario podría suceder (como realmente sucede en muchos casos) que el parque o jardín genere más CO2 de lo que absorben sus plantas, lo cual puede ser incomprensible en la mayoría de los casos.

El índice sostenibilidad del parque

En un intento por cuantificar lo adecuado que es el parque desde el punto de vista medioambiental, en relación con la energía que consume, el agua, los residuos que genera, etc. Se define un índice a partir de la medición de determinados indicadores que vienen a reflejar las características del parque en los ámbitos anteriores. Ello nos permite diseñar los modelos de gestión y conservación más eficientes, seleccionar las mejores prácticas y comparar parques diferentes entre sí.

Las emisiones de CO2 y la energía

Si nos centramos en cuanta energía consume un parque o en cómo contribuye al aumento del efecto invernadero anómalo y, por tanto, al temible cambio climático debido a las emisiones de CO2, es preciso que, al menos, consideremos los siguientes apartados:

-Energía eléctrica que consumen sus elementos (luminarias, fuentes, etc.)

-Gasolina y gasoil que se consume en los trabajos de mantenimiento (desbrozado, poda, recortes, fumigados, transportes varios, etc).

Y ello porque para generar la electricidad consumida en el parque, se emiten grandes cantidades de CO2, lo mismo que sucede al “quemar” la gasolina o el gasoil en los motores de las máquinas utilizadas e incluso al obtener dicho combustible (extracción del petróleo, destilación y transporte).

¿De qué cantidades estamos hablando?

En la generación eléctrica, 1 kWh consumido, corresponde en promedio, a una emisión de CO2 de unos 90 g (lógicamente esta cantidad es aproximada ya que varía muchísimo dependiendo de la tecnología de generación)

Por otra parte, 1 L de gasolina quemado en una desbrozadora o similar, supone unas emisiones directas aproximadas de 2,5 kg de CO2 a los que habría que sumar más de 5 kg de CO2 generados al producir ese litro de gasolina. En el caso del gasoil las cantidades son parecidas, pues se generan unos 2,65 kg de CO2 por litro consumido.

Hablamos, por tanto, de unas cantidades enormes, que se disparan si las labores de mantenimiento con maquinaria son elevadas y que pueden dar  lugar  a que un parque o zona verde en vez de ser un sumidero de CO2 sea un emisor neto  y, por tanto, perjudique a nuestro entorno.

 La solución, como hemos mencionado al principio, diseñar el espacio y su mantenimiento con criterios de sostenibilidad medioambiental, lo cual da lugar a magníficos parques perfectamente integrados en su entorno y aportando beneficios netos en todos los ámbitos.
 
       El objetivo de las emisiones cero

Ese debe ser el objetivo que nos mueva al gestionar un espacio verde y nos aproximamos a él si la maquinaria que se utiliza en su conservación es eléctrica y sus baterías se recargan en el propio parque mediante pérgolas provistas de paneles fotovoltaicos que suministran in situ toda la energía eléctrica necesaria y el mismo criterio se ha de aplicar también a las luminarias y a todo elemento eléctrico del espacio, pues debiera estar alimentado por paneles solares instalados en el propio parque … ya que no hemos de olvidar que la energía solar representa una tecnología madura, asequible, limpia y estéticamente integrable en cualquier entorno.

Saludos.
La energía más limpia es la que no se consume.

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