No destruimos la Tierra, sino a nosotros mismos

En los últimos tiempos hemos seguido asistiendo a una reducción de precios de los módulos fotovoltaicos y, en España, a un acusado encarecimiento del precio de la electricidad.

Estas dos tendencias, combinadas, sólo tienen un camino, que además, es de enorme interés para la generación de conciencia medioambiental, para la descentralización y la democratización de la generación energética, sin olvidar el empujón a un sector económico –el de las renovables- que pasa un momento muy delicado en nuestro país. 

No nos referimos a otro fenómeno que al del autoconsumo solar.

Sin embargo, el gobierno, lejos de apoyar este fenómeno que beneficia a la mayoría, prefiere ocuparse de los intereses de una inmensa minoría, representados en la grandes compañías eléctricas -que como sabemos son a la postre la jubilación dorada de muchos de nuestros políticos- y ha comenzado a diseñar una batería de medidas que desincentiven a los ciudadanos para convertirse en productores de su propia electricidad.

Se trata de otra manifestación de esa visión cortoplacista de la que adolece el ser humano, incapaz aún de entender que no puede haber más desarrollo aceptable que el que sea mínimamente impactante en la naturaleza.

La biosfera de nuestro planeta es un sistema complejo fruto de la interacción de una pléyade de ecosistemas, cada uno de los cuales de naturaleza también compleja y sustentado en delicados equilibrios que de ser alterados pueden dar al traste con unas condiciones de vida aptas para los seres humanos.

La atmósfera, esa fina “piel” que nos protege del exterior y nos provee de oxígeno vital y nuestros ríos y mares, son los principales perjudicados por la actitud errática que nos está llevando a aumentar las emisiones contaminantes y a alterar la superficie del planeta.

Muchos nos dicen, en un intento de concienciar a la opinión pública, que nos estamos cargando el planeta, pero se equivocan, pues la Tierra modificará sus ritmos vitales, su atmósfera, la composición del agua de sus mares y ríos, el pH de su manto … y al final, lo que desaparecerá, serán, las condiciones que el ser humano necesita para vivir.

No nos estamos cargando el planeta, sino las condiciones para que el ser humano pueda seguir viviendo en él.

Saludos.
La energía más limpia es la que no se consume.

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