Si preguntásemos por la calle, entre personas con unos
conocimientos básicos de ciencia, sobre cómo será el coche del futuro,
seguramente coincidirán en que su propulsión será eléctrica. Es lo que se ha
dado en llamar de una forma un tanto genérica “el coche eléctrico”.
No estoy en desacuerdo con la idea, aunque creo que hay que
matizarla muchísimo. Vamos a ello, al menos en una primera aproximación.
Hemos de partir de la base de que los ciudadanos ven la
propulsión eléctrica como una propulsión limpia, en el sentido de que es poco o
nada contaminante y de que, en particular, no emite gases y por tanto no
contribuye al efecto invernadero ni al calentamiento global del planeta. Esta
idea preconcebida que se encargan de repetir los fabricantes es esencialmente
falsa.
Un coche eléctrico es tan limpio o tan sucio como la
tecnología que se utilice para generar la electricidad que consume y para
fabricarlo y reciclarlo.
Un coche eléctrico circulando por Pekín (o Gijón) y
consumiendo electricidad generada en una planta de carbón, estará siendo
responsable de las emisiones de esa planta contaminante. Otra cosa es que el
coche de Gijón haya obtenido su electricidad de una central fotovoltaica,
pongamos por caso.
No obstante, en este artículo no quiero centrarme en la
propulsión eléctrica, aunque tal vez a largo plazo sea la dominante, sino en
soluciones a más corto plazo y las más adecuadas son las mixtas, es decir,
coches que circulen mediante motores de gasolina de alta eficiencia, bajo consumo
y reducidas emisiones y combinen esta tecnología con motores eléctricos que
recarguen sus baterías de la red o, en algunos tramos de la vía, mediante la
propia inercia del coche.
Estos vehículos híbridos deben ser muy ligeros y estar
diseñados en muchos casos para uno o dos ocupantes (la mayoría de los
desplazamientos en trayectos cortos y medios son así) y por tanto muy ligeros,
por su reducido tamaño y porque deberán construirse a partir de materiales
extraordinariamente livianos (plásticos, fibras de vidrio y carbono, polímeros,
etc.).
Debe estar dotados de microprocesadores y sensores que le
permitan ajustar automáticamente la conducción en cada momento para minimizar
el consumo y estar intercomunicado con una red que englobe a todos los vehículos
para intercambiar información en tiempo real sobre las condiciones del tráfico,
de forma que se ajuste el itinerario automáticamente.
Un vehículo de este tipo debería consumir, al circular
mediante gasolina, cantidades en el entorno del litro a los cien Km y no
debería ser ciencia ficción, sino una realidad accesible en diez o veinte años.
La tecnología la tenemos, no hay que descubrir nada nuevo;
pero es preciso ajustar y pulir todos los ingredientes, con iniciativa privada
de las grandes marcas y apoyo público.
Apoyo público inteligente, destinado a la investigación
básica y, sobre todo, a la I+D
bien gestionada y no subvenciones u otras fórmulas para coches íntegramente
eléctricos que más bien dañan a los objetivos que estoy comentando.
Saludos.
La energía más limpia es la que no se consume.
5 comentarios:
Quedaría por ver si en un escenario de energía cada vez mas escasa la automoción privada tiene sentido y futuro. Quizá tenga mas sentido preocuparse la agricultura y la producción de alimentos, hoy por hoy, dependiente en su casi totalidad del petróleo y combustibles fósiles.
A largo plazo tal vez sea posible intentar redefinir en profundidad hábitos, ya sean ligados al trabajo -su ineficiencia comienza en el tiempo y energía que se consumen en los desplazamientos-, al ocio (piénsese en los desplazamientos evitables o en los deportes del motor), pero a corto plazo sólo la introducción continuada de medidas de ahorro energético pueden hacer algo por el planeta. Saludos.
El trabajo en casa es el futuro,..,aunque puede generar otro tipo de enfermedades
Futuro incierto para los desplazamientos,...,ya veremos.
Creo que, como ya hemos visto en varios modelos nuevos de coches, se deberia apostar mas por los Faros Led
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