Avanzar en la revolución energética, exige innovación … que no tenemos


La interacción entre la ciencia y la sociedad es muy curiosa y presenta peculiaridades propias, como por ejemplo que para que una determinada tecnología tenga aplicaciones prácticas y la sociedad pueda beneficiarse de ella, no basta con “que seamos capaces de hacer o construir algo” sino que tenemos que hacerlo con unos costes determinados, por encima de los cuales los beneficios de aplicar la tecnología, son menores que su perjuicios económicos.

En el caso de la energía, no basta con que seamos capaces de generar electricidad –el más preciado “vector energético”- a partir del viento, el sol o el agua. No basta con que seamos capaces de refrigerar edificios con la energía que encierra el subsuelo, no basta que seamos capaces de aprovechar los residuos o de obtener gasolinas de las plantas. No basta. Es necesario que, al menos, estos procesos se lleven a cabo a unos costes que no penalicen la calidad de vida de las personas, es decir, que involucren precios competitivos.

Son varios los ingredientes que hacen que las tecnologías reduzcan costes, pero uno de los principales es la innovación, es decir, la capacidad de mejorar los procesos involucrados de forma que se consigan los mismos o mejores objetivos a precios más bajos.

Para ello el espíritu ha de ser emprendedor y no conformarse con resultados ya consolidados. Es preciso trabajar muchas veces sin ganar e incluso perdiendo y sin esperar que “papá estado” se encargue de todo y, en última instancia, corra con la factura de nuestros sinsabores –que no tienen porqué ser errores ni fracasos-.

Eso es básicamente la innovación y eso es lo que necesitamos en estos momentos en materia energética.

La innovación en España

Como es fácil entender, una sociedad que no posea gentes emprendedoras y con buena formación, no podrá innovar nada.

Por otra parte, no existen “islas de innovación” en una sociedad. Es decir, no podemos esperar que se sea vanguardia mundial en materia energética y que en todo lo demás estemos a la cola, pues el entramado científico, tecnológico, productivo y educativo deben estar íntimamente relacionados.

Pues bien, se acaba de publicar algo que ya sabíamos: España está a la cola de la innovación en Europa y lo más preocupante, nuestros jóvenes están a la cola también.

Lo curioso es que el estudio elaborado por la fundación Cotec, relaciona la innovación con otras variables sociales, algunas de las cuales, cuando menos, curiosas.

Un indicador destacado para medir la innovación

Se trata de comparar las patentes producidas y registradas por cada millón de habitantes. Lógicamente, una sociedad muy innovadora registrará muchas patentes en las oficinas dedicadas a ello de la UE, de Japón y de EEUU.

La situación europea

En la UE-15 –la de los países más desarrollados- los primeros lugares en innovación los ocupan los nórdicos, Francia, Reino Unido y los Países Bajos. En la cola, España, Grecia, Portugal e Italia (esta cantinela nos suena, ¿verdad?)

Los esclarecedores indicadores asociados: las causas de la innovación

El nivel de innovación de una sociedad resulta estar íntimamente relacionado con una serie de valores que la sociedad ha logrado (o no) potenciar entre sus ciudadanos, entre los que tengo que destacar:

-Cultivo de la inteligencia.
-Confianza en uno mismo.
-Ecuanimidad, respeto y educación en el trato con los demás.
-Mínimo miedo a arriesgarse.
-Espíritu cívico muy desarrollado.
-Amplitud de horizontes vitales.

Como puede observarse, la innovación no es más que otra consecuencia de que la sociedad posee sólidos valores y virtudes que la dotan de individuos bien formados y muy socializados.

Entre los jóvenes de entre 15 y 19 años, la cultura de la innovación aumenta a medida que alo hace su hábito de lectura, el tiempo dedicado al estudio, la puntuación que obtienen en el test de Matemáticas de PISA e incluso la práctica de alguna actividad artística, como cantar, tocar un instrumento o escribir textos literarios.

En definitiva, observamos nuevamente como, frecuentemente, nuestros poderes políticos nos hablan de que hay que mejorar la competitividad, la productividad, incluso la innovación, cuando esas características del sistema productivo no son más que consecuencias –efectos y no causas- de otras mucho más básicas y fundamentales sobre las que sí se puede actuar: la educación, la formación, el respeto, la ciudadanía, el hábito de lectura, el rechazo de la cultura de lo zafio y sus manifestaciones asociadas (TV, medios, calle, etc.), el gusto por el arte, por la práctica deportiva, etc.


Saludos.
La energía más limpia es la que no se consume.

4 comentarios:

innópolis dijo...

juraría que dejé un comentario el otro día.
Buen post, es importante lo de la lectura o la creatividad. És imprescindible, vital, y la ilusión.
no recuerdo quien decía eso de "puedo creer en lo imposible, pero no en lo improbable". También creo en el apoyo y en la participación en los blogs amigos, que esto está muy frío y al final se observa claramente que lo de compartir ideales, proyectos, debates... pues como que suena a muy romántico. Procuraremos seguir nuestra línea y a ver si un grupito de gente ilusionada accediese al poder. Ese Pedro EScobar es un buen tipo Helios, ha vivido en varios países, siempre va en bici al trabajo, accesible, le apasiona el piragüismo, y en la noche electoral, habló de los embalses, de potenciarlos... un hombre a seguir. saludos

Félix dijo...

Pues nada Andrés, estaremos pendientes. Siempre es reconfortante encontrar personas honestas dispuestas a aportar por el bien común.

Saludos

Moral y Política dijo...

Helios,

"Como es fácil entender, una sociedad que no posea gentes emprendedoras y con buena formación, no podrá innovar nada"

Es el marco educativo obsoleto el que marca también esa derrota (de navegación) que seguimos.

Cuando sea estudiado el período que va desde 1996 al 2011 se verá el tremendo error que se ha cometido. Hace poco tuve la ocasión de leer un artículo estupendo en http://mba.americaeconomia.com/articulos/columnas/start-spain altamente esclarecedor que recomiendo leer porque explica de modo directo y sencillo nuestro problema como país. Desde luego abaratar los costes y reducir el déficit no lo es todo.
En torno a la I+D+I se ha cometido al menos tres errores:

1) La poca dotación económica
2) El transferir una gran parte de esta política a las comunidades autónomas.
3) Y la falta de conexión del sitema en los eslabones sector público-universidad- empresa.

Muy buen post Felix, altamente ilustrativo

Félix dijo...

Miguel, en efecto hasta hace muy poco aquí sonaba a cosa de otro planeta lo de I+D.

Cuando se ha empezado a tomar en serio, al menos para que podamos transferir parte de conocimiento generado en los centros públicos al mundo productivo y para que, al menos, algunas líneas de investigación respondan a demandas de la sociedad, hemos tenido, como bien dices el problema endémico: “El transferir una gran parte de esta política a las comunidades autónomas”.

Por otra parte, las empresas también deben empezar a ponerse las pilas en innovación e investigación y empezar a mentalizarse respecto a que los fondos de I+D no son una ayuda para cuadrar caja, sino para hacernos más productivos, más competitivos.

Saludos.