Es tiempo de elecciones, de política … y de energía
Si política es participación en lo público y el hombre, según Aristóteles, es un “animal político”, cabe recordar en estos tiempos de campaña –tal vez perpetua- que hoy más que nunca hay que iniciar una profunda redefinición en nuestros modos de relacionarnos con el planeta, que pasen por buscar conscientemente, modos de vida sostenibles, lo cual a su vez, implicará que profundicemos en nuestra gestión de los recursos energéticos.
La energía es motor de cambio y de alteración del medio natural
Cubrimos más del 85% de nuestras necesidades mediante el petróleo, el gas y el carbón, que tienen las propiedades de ser limitados y de emitir grandes cantidades de CO2 al ser utilizados, lo cual es la causa principal del cambio climático que puede llevarnos a la ruptura de los frágiles equilibrios medioambientales en los que se basa la vida, tal y como la conocemos.
El principio precautorio
Como venimos recordando, hay un principio en ciencia que nos dice que si hay indicios de que una determinada actividad puede desembocar en un cataclismo, debemos poner fin a ella aunque los indicios sean dudosos, como medida de precaución.
Eso mismo es lo que sucede con las emisiones de CO2 y el cambio climático, pues hay científicos que opinan que la subida de temperaturas detectada no es antrópica, es decir, no se debe a la actividad humana, sino a efectos naturales, como la actividad solar, la densidad de polvo en la atmósfera que afecta a la formación de nubes, etc. lo cual, de acuerdo al principio precautorio, no debería impedir que reduzcamos por todos los medios nuestras emisiones de CO2 y abandonemos el modelo basado en los combustibles fósiles.
La sostenibilidad como concepto
Todo los anterior nos muestra que el desarrollo humano está alterando tanto nuestro planeta, que podría poner en peligro la existencia de las generaciones futuras, lo cual es tremendamente injusto.
La definición más aceptada de desarrollo sostenible, es la de la Comisión Mundial sobre Ambiente y Desarrollo (Comisión Brundtland) que en 1987 lo hizo de la siguiente forma:
"Es el desarrollo que asegura las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones para enfrentarse a sus propias necesidades".
Esta definición fue ratificada en la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro en 1992.
Como se ve, a partir de ese momento nace una conciencia ciudadana que mira más allá del presente y se preocupa porque su desarrollo no afecte negativamente a las condiciones y al entorno que se encontrarán los futuros ciudadanos de nuestro planeta. En definitiva, supone el nacimiento de una conciencia que reconoce y se preocupa por los derechos de los hombres y mujeres que aún no han nacido.
Necesidad de un cambio en el modelo energético
Una vez que aceptamos que es urgente e imprescindible reducir las emisiones de CO2, hemos de caminar hacia un cambio en el uso de la energía, que implica por una parte sustituir las fuentes más contaminantes (petróleo, carbón y gas) por energías limpias y renovables, es decir, inagotables.
La política y la mirada a medio y largo plazo
La vorágine del día a día impide frecuentemente a quienes han de tomar decisiones que afectan a todos, mirar más allá y poseer objetivos a medio y largo plazo.
Este momento de campaña electoral es magnífico para detenerse, reflexionar y diseñar programas electorales con objetivos energéticos que supongan el inicio del cambio hacia la sostenibilidad.
¿Es posible hacerlo a nivel local y autonómico?
Desde luego que sí, aunque las medidas han de complementarse en los tres estadios de la administración (las dos anteriores más la central del Estado). Entre otras con las siguientes medidas:
-El recibo de la luz y el del agua han de estar fuertemente condicionados por el consumo, de forma que existan tramos bien diferenciados que penalicen el abuso de estos recursos. No sólo en las familias –con criterios per cápita- sino también en las empresas y fábricas penalizando la tecnología obsolescente y la falta de eficiencia en los procesos y en los equipos. Ahorrar energía y ser más eficiente debe garantizar grandes dosis de ahorro económico para el ciudadano y la empresa.
-La energía solar térmica para obtención de agua caliente, ha de generalizarse en un país como el nuestro. Es un recurso que ya posee buen precio y que a poco que se haga el esfuerzo de apoyarlo, despegará definitivamente.
-Hay que llegar en dos legislaturas a la “paridad de red” en la energía solar fotovoltaica de tejados para autoconsumo. Fomentando la instalación, adecuando los costes de la electricidad con el ahorro –como he comentado al principio- e internalizando costes medioambientales.
-Se debe apostar por la energía termosolar y eólica, a condición de que los promotores dediquen la mayor parte de los beneficios –mientra haya ayudas públicas- a la investigación y a la mejora continua de las instalaciones.
-El gasto energético de la administración –ayuntamientos, vías públicas, oficinas, consejerías, ministerios, etc.- debe reducirse drásticamente, para lo cual se deben diseñar planes específicos de ahorro, penalizando a quienes no cumplan con esta obligación, lo cual implica modernización de instalaciones –iluminación y refrigeración eficiente- y de mentalidad:
Es indignante, por ejemplo, que en una televisión pública, aparezca en diciembre una presentadora en manga corta o que un funcionario haga lo propio por exceso de calefacción.
Los políticos profesionales tienen una oportunidad excelente para iniciar ese camino y adquirir compromisos ahora, en la campaña, lo cual es particularmente urgente en el caso del PSOE, que ha de hacerse merecedor de una trayectoria de progresismo que se puede ver truncada si enarbola como único principio el económico o de los partidos que nacen para canalizar el descontento de la sociedad.
Todos tienen la oportunidad en sus manos, aprovéchenla.
Saludos.
La energía más limpia es la que no se consume.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
El tejado solar del post anterior es atractivo, pero lástima que el dinero hipotecario se coma la renta: un coste de oportunidad, ejemplo de la oportunidad perdida por no atajar la burbuja inmobiliaria que se sigue negando.
Respecto a este post, creo que queda un trabajo por hacer para cumplir lo que propones: la organización del trabajo, de los horarios de trabajo en lo público y en lo privado. En lo público, pues no hay la misma carga de trabajo en Enero, que en Mayo, Agosto, o Noviembre, por lo que los consumos energéticos en climatización son innecesarios según qué horas. Pero claro, habría que recobrar otro concepto del trabajo, vivir cerca del centro de trabajo, quizás más turnos, etc, etc. o sea, que deberían funcionar demasiadas cosas bien en este país, para avanzar en estos temas.
Pero bueno Helios, quizás un día de estos a alguien se le ocurra cambiar algo, y si no se lía... quien sabe.
saludos
Publicar un comentario