Hacia el etiquetado de la electricidad


En el largo camino que nos queda por recorrer, jugará un papel crucial el consumidor final de electricidad y en particular sus preferencias al contratar el suministro, en función de las tecnologías empleadas por los proveedores de la empresa elegida.

Imaginaos un mercado en el que un consumidor concienciado sepa que una determinada empresa comercializadora obtiene el 70% de su electricidad de proveedores (empresas generadoras) que utilizan plantas solares y eólicas, por poner un ejemplo, mientras que otra obtiene sólo el 20 % por estas vías. Esa información le servirá como criterio para contratar con la primera su abastecimiento.

Si uno quiere buscar esa información por sí mismo en estos momentos, se embarcará en una complejo proceso sin fin, en los que las “verdades a medias” abundan, por lo que no podrá sacar conclusiones precisas.

¿Qué entendemos por energía limpia?

Ya sabéis que para mí lo es sólo la que no se consume ... pero no pongamos el listón tan alto para no tener que regresar a las cavernas.

Un criterio bastante razonable es el de las emisiones que acompañan a la tecnología en cuestión, incluyendo todos los conceptos (diseño, construcción, explotación y desmantelamiento).

Obsérvese que desde este punto de vista riguroso, ninguna tecnología está totalmente exenta de emisiones, pues al construirla o explotarla habrá que emplear en mayor o menor medida, tecnologías emisoras.

Un criterio que no es del todo válido es el del etiquetado de “régimen especial” que se utiliza para subvencionar algunos tipos de energías, porque no incluye a la gran hidráulica –para mí la más limpia que existe- y sí a la cogeneración, que causa emisiones porque obtiene calor y electricidad a partir de combustibles fósiles, aunque sea de alta eficiencia.

Otros desechan a las nucleares aunque prácticamente estén libres de emisiones, porque no les gustan –no hay otra razón- lo cual es absurdo e irracional.

El irracional, pero parcial, rechazo a la tecnología nuclear

Cada vez que escribo algo en algún sitio poniendo sobre la mesa algunas de las ventajas de la producción eléctrica en centrales de fisión, se ponen de manifiesto –por los comentarios- el rechazo que presenta aún esta tecnología entre muchas personas y a mí siempre me sorprende que sólo se rechace la producción de electricidad –sin contar la dimensión militar- y no el resto de aplicaciones nucleares, como son la medicina, agricultura, siderurgia, etc.

Uno puede ser un ferviente opositor a las centrales de fisión pero no poner ninguna pega a que se le trate un tumor mediante las técnicas más eficaces que se conocen, esto es, radioterapia o quimioterapia, e incluso pondría el grito en el cielo si no tuviese disponibles estas técnicas en ningún hospital del país. Ni siquiera le “asustará” vivir junto a un hospital que posea estas tecnologías o simplemente un ciclotrón para medicina de imagen (rayos X, etc.)

El criterio

Por todo lo anterior, deben ser las emisiones, lo cual no impide que se especifique el tipo de central utilizado en la generación para conocimiento de las personas interesadas.

El informe de etiquetado de la electricidad

Desde la Comisión Nacional de la Energía (CNE) se ha puesto en marcha una especie de certificación para aquéllas empresas que lo soliciten y cumplan con determinados criterios respecto a las emisiones relativas de sus fuentes.

El problema es que es más bien un servicio que se presta y no una obligación de todas las empresas.

Algunas cifras

Existen cuatro compañías comercializadoras de electricidad en España que garantizan vender energía de origen 100% renovable. Se trata de las empresas Acciona Green Energy, Centrica Energía, Gesternova y la filial española de la compañía alemana Elektrizitats-Gesellschaft Laufenburg. Son comercializadoras pequeñas que en conjunto no llegan al 5% de cuota de mercado.

Estas cuatro empresas fueron las únicas que obtuvieron una calificación A, la mejor, que supone que las emisiones de C02 son inferiores al 35% de la media nacional, mientras que una B supone que no alcanzan el 65%. En este último caso tendríamos a las comercializadoras Iberdrola y EON –que manejan un volumen muchísimo mayor de electricidad-.

El 65% de la electricidad adquirida por Iberdrola en 2009 era de origen renovable, frente al 62,8% de Gas Natural Fenosa, el 55,3% de EON, el 35,8% de Hidrocantábrico Energía, el 26,8% de Endesa (que juntas suman más del 80% del mercado minorista) y el 23,9% de Naturgas.

En definitiva, la buena noticia es que aunque se intenten maquillar las cifras, las empresas han detectado que en el consumidor comienza a gestarse una conciencia medioambiental que lleva aparejado su deseo de comprar un bien básico como lo es la electricidad, a las empresas que más respetuosas sean con el entorno.

Poco a poco iremos avanzando en la formación que necesita la ciudadanía para poder interpretar correctamente la información que, además, deberá ser cada vez más precisa y objetiva ... de lo cual aún estamos lejos, pero moviéndonos.

Saludos.
La energía más limpia es la que no se consume.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Ya es posible visualizar alguna de esa información en el recibo de la luz.

Ana dijo...

Si los consumidores tuviesen toda la información, las empresas se pondrían las pilas porque parece evidente que al menos a igualdad de precios casi todo el mundo elegiría las limpias.

Por cierto, ¿habría igualdad de precios?

Buenos días