La especulación llega al nuevo modelo energético


Abandonar el actual modelo energético fósil dependiente, basado en el petróleo y en el que frecuentemente se conjugan despilfarro de recursos y ataque al medioambiente, es una necesidad vital de la humanidad, por su propia subsistencia.

Estamos, por tanto, ante un reto que ha de llevarnos a un escenario más sostenible, más racional, más respetuoso. Esas son las claves de lo que estamos intentando hacer y que han de conjugarse con ciertas condiciones económicas, como que las condiciones de vida de los ciudadanos no se vean perjudicadas, salvo que alguien entienda que se le perjudica porque se le exija que sea cuidadoso a la hora de consumir.

Sin embargo, el hombre, que es un lobo para el hombre ... y para todo lo que le rodea, siempre va más allá y esto de la “nueva energía” no iba a ser una excepción.

El hombre que veía negocio en extraer el petróleo de las entrañas de la tierra –ese oro negro que tanto nos ha permitido progresar y que hoy empieza a pasarnos factura por nuestros excesos- ve ahora negocio en el viento, en el sol, en el uranio ... y hasta en el CO2.

En efecto, hasta en el CO2 ven negocio, especulativo, sin generación de riqueza, sin aporte de conocimiento, sin creación de puestos de trabajo ... especulación pura y dura.

El síntoma más claro de la especulación es la aparición de empresas intermediarias, en el sector que sea, es decir, de personas que ganan su dinero comprando y vendiendo sin moverse del sillón, e incluso, en ocasiones, ganan más cuanto peor van las cosas para el común de los mortales. Pasó con los tulipanes holandeses hace trescientos años en la primera burbuja de la historia, pasó recientemente con la vivienda en España y está pasando con el indicador que utilizamos –el símbolo diría yo- para medir los avances respecto a nuestro nuevo modo de interacción con la naturaleza:

Las emisiones de CO2.

Tras el acuerdo de Kioto, se aceptó como referencia el volumen de emisiones de CO2 que se produjeron en el mundo en 1990 y se acordó que tal volumen debía descender si se quería que la temperatura media del planeta no subiese por encime del límite que se considera irreversible e incompatible con la vida tal y como la conocemos: los 2 º C.

Cada país asumió un nivel de compromiso –los más contaminantes, EEUU, China, potencias emergentes, etc., ninguno, lo cual hacía del acuerdo una pantomima- y España, hidalga y especialista en el “yo más”, el más importante ... que a la postre se convirtió en el más alejado de la realidad, pues Europa ha cumplido, más o menos, con su parte y España es el país más alejado de sus compromisos (compromisos a todas luces incompatibles con la época de modernización y crecimiento de la que estábamos disfrutando).

Desde mediados de esta década a cada país se le asignan unas cuotas de emisiones, medidas en toneladas anuales, que son “reasignadas” entre sus empresas. La idea es que estas cuotas exijan que las empresas vayan modernizando sus estructuras paulatinamente, de forma que con menos emisiones y consumo energético, obtengan los mismos resultados, lo que les hará más competitivas por generar menos CO2, ya que superado el cupo otorgado han de comprar “derechos de emisión” a otras empresas que sí han hecho bien las cosas y han tenido excedentes, lo cual a su vez, mejorará las cuentas de resultados de éstas últimas.

Pues bien, está floreciendo un “comercio de emisiones” en el que se compran y venden, en el que se especula y para más inri, las empresas españolas, acuciadas por la crisis y temerosas de ir a la quiebra, están vendiendo masivamente sus derechos de emisión, para hacer caja, lo cual es evidente que dificultará su salida de la crisis, ya que, previsiblemente, están vendiendo a un precio mucho más bajo del que tendrán que comprar en los próximos años.

Una consecuencia indirecta de este mercado, es la internalización de costes medioambientales en las tecnologías más contaminantes, lo cual puede generar que quienes utilizan tecnologías más limpias se vean beneficiados y así puedan competir, e incluso superar, a los contaminantes.

Un caso especialmente importante son las tecnologías energéticas, pues la internalización de costes vía emisiones de CO2, llevará a un escenario en el que, por ejemplo, la energía eólica pueda ser más competitiva en el mercado libre que la obtenida en centrales de carbón, fuel e incluso gas.

En definitiva, un concepto que puede ayudar, sufriría en estos momentos el riesgo de que los especuladores de turno, lo conviertan simplemente en un elemento de mercado ajeno al medioambiente y lo peor, al fin para el que fue creado.

Saludos.

La energía más limpia es la que no se consume.

10 comentarios:

Amigo de la Dialéctica dijo...

Hola amigo:

En esto también se impone la especulación. Todo se compra y se vende y seguimos careciendo de un gobierno que regule estas cuestiones. Y ahora menos, a partir de ahora mucho menos. ZP ya ha tirado la toalla, se ha lanzado a los brazos de los dos grandes tiburones neoliberales del partido: Bono (el socialista del millón de euros y de las permutas ventajosas) y Felipe González (el embaucador de simples). A Felipe se le veía exultante de alegría en el evento organizado para conmemorar los 100 años del Grupo Parlamentario Socialista, al fin consigue lo que no pudo ser con Almunia; tener todo un secretario general del PsoE que profese su doctrina socioneoliberal.

A nivel de CC.AA. también se da este tipo de especulación, pero gratuita; todo se lo llevan los de siempre. Cataluña puede seguir contaminando gracias a regiones limpias como Extremadura.

Recibe un abrazote amigo.

Anónimo dijo...

Que se negocie con las emisiones no es ningún crimen y que haya empresas intermediarias, tampoco.

El concepto de libertad es muy amplio y no debe ser limitado a nuestros intereses.

ElSrM dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ElSrM dijo...

Que se avance hacia la internalización en la empresa de los costes ambientales de la producción económica es algo clave.

Se incorporan al hacerlo la eficacia y eficiencia ambientales como factores de ventaja competitiva en el mercado.

Y se acerca la práctica económica al hacerlo a lo que razonaban los bioeconomistas: que la Economía fuese considerada como una subdisciplina de la Ecología, al estar forzada, si pretende ser duradera la civilización que la use, a enmarcarse en los límites de ésta.

La especulación con los permisos de contaminación, que a quien le sobren los venda y a quien le falte los compre, es un efecto secundario que si se exagera puede ser negativo. Se podría intentar frenar con una tasa tipo Tobin. De ese modo no se abusaría del comercio con los permisos de emisión de gases contaminantes. Es más una consecuencia de la financiarización de las Economías que de que los permisos de contaminación sean negociables.

El adjunto de la columna de la derecha "Emisiones de CO2 en el mundo" muy útil, por cierto.

Cordialmente,

Félix dijo...

Dialéctico ningún ámbito se libra de quienes quieren hacer riqueza sin aportar nada a cambio, y como bien dices, es deber de los gobiernos impedírselo o al menos, ponérselo difícil.

Imagino un escenario en el que los derechos de emisión estén copados por especuladores que no los venden sino a precios que hacen peligrar la competitividad de las empresas ¿sería razonable? ¿con ese fin se creó el concepto de derechos de emisiones? Ciertamente no y espero que no se llegue a tal escenario.

SrM la internalización de todo tipo de costes en el precio final hará que los debido al deterioro medioambiental penalicen las tecnologías sucias. Pero es preciso que las tasas pagadas en concepto de emisiones reviertan directamente en la investigación de nuevas tecnologías y en la innovación, pues si los gobiernos se limitan a hacer caja con ellos estamos donde al principio.

Anónimo no sólo las conductas ilegales son reprobables.

Saludos

Unknown dijo...

Comprar derechos de emisión y vanagloriarse de los avances en la reducción de esas emisiones es como poco cínico e hipócrita.

feluky dijo...

Amigo HELIOS ya nada debe extrañarnos en este mercadillo que es el mundo que conocemos, todo se compra y se vende.

Y ademas como todo es una mentira, pues eso que la gente esta de los mercados, que son muy trapaceros, pues que ya no tienen suficiente, con engañarnos solo a nosotros los profanos de tantas materias que se compran y se venden, que ahora se están engañando entre ellos y ellos.

recordemos las hipotecas basura, que el problema no fue, que fueran basura, porque eso lo llevan haciendo desde siempre, el problema es que se engañaron entre ellos y ellos. Con lo cual dejaron de fiarse unos de otros y dejo de funcionar el sistema.

Esto de las cuotas de emisión de CO2, siempre me pareció el timo de la estampita de los ricos (países) a los pobres.

Hasta hace poco me divertía ver a los tiburones mordiéndose unos a otros, pero ahora comienzo a estar preocupado, porque a este sistema le veo malas intenciones.

Fijate si me gustara poco esto que ya no creo que el Ministros pueda empeorarlo, por mucha intención que le ponga, subiendo la tarifa eléctrica.

Abrazos.

Félix dijo...

Nicolás es bastante cínico, sí, pero además en algunos casos es la muestra clara de que importa un pimiento el medioambiente. Las cuotas de emisiones deben ser tales que favorezcan la innovación y penalicen el estancamiento.

Feluky lo malo de que los tiburones se muerdan es que de vez en cuando se les escapa un mordisco y nos lo llevamos nosotros. Dices bien al dudar de esto del mercado del CO2, pues como vemos, al omnipresente mercado le ha faltado tiempo para modelarlo a su gusto, sí ese mercado que dice nuestro amigo Felipe González que no existe como contrapoder, que no se lo han presentado aún ... (tal vez quiera decir que existe porque se lo permitimos, que es lo que yo pienso).

El concepto de derechos de emisión me parece acertado, pues como he dicho internaliza costes medioambientales, es de hecho el primer intento que se ha hecho para cuantificarlos. Es no obstante un proyecto incompleto al que se le ponen todo tipo de zancadillas, empezando porque ese tipo de tasas debieran ir directamente al medioambiente –incluyendo las primas que pagamos a las energías limpias- ¿Os imagináis la bella paradoja? El empresario que da la espalda al medioambiente, pagando con sus tasas de emisión las primas de las renovables ¡! Ahora bien, el enemigo es poderoso y nuestro ejército débil.

Saludos cordiales.

innópolis dijo...

Helios, que he abandonado un tiempo la blogosfera y ahora me cuesta ponerme al día.
Sólo una cosa, y la lo decía Ivan Ilich en los 70: no hay salida a la gran crisis que no pase por el ahorro energético. Y en España, debe pasar por el ahorro en la vivienda, y en la logística del transporte, y no oigo hablar de ello en ningún sitio, porque en España no hay ningún sitio para debatir, ni siquiera en las sedes de los partidos, y en las tertulias mediáticos, pues están los políticos del paleolítico. Se podría empezar hablando de racionalización de horarios, de teletrabajo, de ferrocarril convencional, etc
saludos

Félix dijo...

Innópolis, somos muy deficitarios respecto a responsables públicos, no ya con talento -que es mucho pedir en estos tiempos- sino, sencillamente, con conocimientos.

Es cierto que la crisis no dejará de ser cíclica si no se cambia el modelo energético, pero está por llegar una crisis demográfica, debida a la superpoblación del planeta que tendrá peor arreglo aún.

Saludos