Sólo la educación
puede elevarnos por encima de la barbarie, de la crueldad y de la violencia,
está claro y por ello es preciso que sigamos haciendo todos los esfuerzos que
sean humanamente posible para que aumente el nivel cultural de la sociedad. La
cultura en toda su extensión, de la que forman parte conocimiento, habilidades,
competencias, sensibilidad, sociabilidad, etc.
Pero a la vez que
luchamos por conseguir que los ciudadanos sean mejores, más civilizados, mejor
formados, más sensibles, más empáticos, es preciso que la justicia actúe con
firmeza cuando algún mal nacido comete una atrocidad, del tipo que sea, pues el
carácter disuasorio de la Ley es un elemento preventivo contra la violencia y,
lo más importante, la conmoción que generan actos bárbaros en una buena parte
de la sociedad, exige que los culpables paguen.
Pues bien, una
muestra dramática de esta barbarie contemporánea es el maltrato animal en sus
diferentes versiones. Una sociedad que acepta esta atrocidad está enferma o al
menos lo están quienes lo aceptan sin grandes aspavientos. Cuando alguien da
una paliza a un animal o lo hiere conscientemente … o lo mata salvajemente,
debe ser castigado penalmente, casi como si hubiese infligido tal daño a otra
persona.
Criminales que
matan a palos a un perro o a un caballo o los cuelgan hasta morir, por poner
algunos ejemplos, deben ser apartados de nuestras sociedades, pues son
criaturas salvajes.
Educación sí,
toda la que podamos, pero condena al salvajismo y reclusión mayor para los
criminales, también y a la vez.
El siguiente artículo de El País abunda sobre el particulaar.
Saludos.
La energía más limpia es la que no se consume.
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