Las ventajas de las microinstalaciones renovables


Aunque algunos siguen pensando que la energía solar fotovoltaica nació ayer, lo cierto es que fue en 1887 cuando H. Hertz descubrió (por cierto, “serendípicamente”) el efecto fotoeléctrico, que fue a continuación estudiado a fondo por Hallwachs y Lenard y cuya interpretación haciendo uso de la naciente teoría cuántica le valdría a Einstein el premio Nöbel de Física en 1921.

Desde prácticamente la puesta en órbita del primer ingenio humano en 1957 (el Sputnik I) los EEUU y la Unión Soviética comenzaron a dotar a sus sondas y satélites espaciales de paneles fotovoltaicos para suministrar electricidad a los sistemas de estos (las sondas interplanetarias iban dotadas también de baterías de materiales radiactivos como polonio hasta la firma del acuerdo de no proliferación nuclear en el espacio que absurdamente no excluyo la alimentación de las sondas).

A partir de ahí, sobre todo desde los setenta, se fue generalizando el uso de paneles de este tipo para dotar de electricidad a enclaves aislados y eso es precisamente lo que quiero reivindicar una vez más.

Hoy estamos acostumbrados a que en el debate de las renovables se empleen exclusivamente argumentos económicos, de macroeconomía nacional para ser exactos, ya que el debate se centra (o se desvía deberíamos decir) en las macroinstalaciones solares y eólicas de diversos tipos conectadas a red y desarrolladas como producto empresarial por sus promotores que buscan en ellas los beneficios propios de una inversión … es decir, sin importar mucho la naturaleza del producto o las implicaciones medioambientales.

Ello exige que tengamos que recordar que los avances experimentados en estas tecnologías han implicado un sorprendente abaratamiento de precios que las hacen muy asequibles para satisfacer las necesidades de multitud de enclaves a unos precios muy razonables y con una simplicidad de diseño que tampoco ha de obviarse.

He comentado aquí otras veces que en el diseño, compra e instalación de la microcentral fotovoltaica que poseo en una casa de campo, invertí poco más de 1.000 euros y que con ella tengo cubiertas todas las necesidades de iluminación, radio, pequeños electrodomésticos, etc. de una residencia de este tipo (uso vacacional y fines de semana).

Por ello podemos asegurar que hoy día, cualquiera que quiera electricidad en un enclave aislado, la tendrá a precio contenido.

Otros usos aún menos generalizados hasta ahora y que son muy asequibles, serían:

-Cargadores de todo tipo de baterías (ordenador, móvil, linternas, radios, etc.) incluso en nuestra propia casa por el ahorro que supone.

-Embarcaciones de recreo. No hay que pensar sólo en enormes yates de precios prohibitivos, sino en lanchas de pesca o pequeños veleros tan habituales en toda nuestra geografía, tanto costera como de interior en nuestros maravillosos embalses. Estas instalaciones tienen un precio casi ridículo y cubren las necesidades de iluminación, radio, etc.

-Extracción de agua de pozos. Son unos sistemas muy simples que no poseen acumuladores (la parte más engorrosa y menos duradera de una instalación) ya que cuando hay sol extraen agua y la almacenan y cuando no hay radiación, paran.

Todas estas instalaciones pueden complementarse ventajosamente con microturbinas eólicas, también muy asequibles, que proporcionarán electricidad sin prácticamente mantenimiento tras su instalación en una ubicación con un régimen de vientos adecuado.

En definitiva, hoy más que nunca cualquier ciudadano puede acceder a estas tecnologías a precios asequibles, para cubrir multitud de necesidades y por tanto, hay que desterrar la idea de que siguen siendo caras, pues es obvio que tal afirmación ha pasado a la historia.

Saludos.
La energía más limpia es la que no se consume.

No hay comentarios: