El coste de la energía

Ahora que que una de las comisiones que al efecto asesoran al gobierno, ha pedido que el recibo de la electricidad suba un ¡30%! parece oportuno reflexionar sobre el coste real de la energía.

Un país medianamente serio, ha de disponer de un plan energético nacional que cumpla con algunos requisitos básicos:

-Que garantice el suministro aún cuando haya problemas. Para ello debe ser suficientemente diverso en el sentido de no depender de diferentes fuentes, proveedores, etc. de manera que el fallo en algunos de ellos no sea definitivo.

-Que sea sostenible. No se puede ser preso de tecnologías obsoletas o de fuentes situadas en países inestables o depender en exceso de recursos agotables -carbón y petróleo-. Y, lo más importante, que tienda razonablemente a la sostenibilidad medioambiental.

-Que no frene el desarrollo económico del páis. Una factura energética que sea un lastre para las empresas impedirá el crecimiento con lo que ello conlleva.

El modelo español no resuelve convenientemente ninguno de estos aspectos, pues es muy sensible a lo que ocurra más allá de nuestras fronteras (petróleo, gas argelino, etc.) y además, es un freno para nuestra economía, pues pagamos la energía a un precio elevado.

Dicho lo cual, y centrándonos en los costes, cuando un ciudadano -y no digamos un responsable público- defiende un tipo de fuente energética o desprecia otra, debería hacerlo sabiendo las consecuencias que se derivarían de llevarse a efecto sus pretensiones. Así, por ejemplo, si mañana decidiésemos cerrar todas nuestras centrales nucleares -por peligrosas- y todas nuestras centrales térmicas de carbón o fueloil -por contaminantes- y sustituirlas por centrales solares, eólicas o de gas de ciclo combinado -que son la alternativa contaminante y fósil-dependiente menos mala- hay que saber que, con independencia de otras consideraciones, la familia o la empresa que paga 100 euros ahora en su factura eléctrica, tendría que pagar 200, 300 o más, al menos en el futuro inmediato.

Con esa información, probáblemente muchos de los que ahora apoyan medidas tales dejarían de hacerlo, pues en nuestro país estaos sobrados de opinadores de todo sin saber de nada y de los que, sabiendo, hacen demagogía u ocultan intereses de otro tipo.

La solución sí debe pasar por la elemininación de nuestra dependencia del petróleo y del carbón y sí debe pasar por el desarrollo de las renovables -que ahora son extraordinariamente caras en su explotación y sólo existen en el mercado por las subvenciones que reciben-, pero sobre todo ha de pasar por el consumo responsable, por la eficiencia energética y por el análisis sosegado y bien fundamentado de los pros y contras de la energía nuclear.

Saludos.
La energía más limpia es la que no se consume.

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